Esta mañana, hemos visto publicado en el diario difital EL CONFIDENCAL por el redactor de D. Hector Garcia Barnes un articulo muy interesante sobre el cambio de horarios y costumbres en el sector de la hoteleria, por esto mismo hemos decidido «traerlo y colgarlo» aqui.
EL TRUCO DE LAS ULTIMAS LINEAS, FUNCIONARA SIEMPRE
CONFIAMOS RESULTE DE VUESTRO AGRADO!!
Luis Rodríguez es uno de los grandes conocedores de Japón, donde muchas cosas suelen llegar años antes que a España. Si es así, quizá terminemos disponiendo de nuestra habitación de hotel apenas un puñado de horas, como acaba de contar el autor de libros como Manual para viajar a Japón y no morir en el intento (Anaya Touring). “Cada vez hay más hoteles que las horas de estancia se reducen al mínimo: entrada a las 16 horas (aunque nuestra habitación estaba lista de antes) y salida a las 10 de la mañana”, explica. Algo comprensible en los alojamientos ryokan, con habitaciones más grandes y suelos de tatami, pero menos en hoteles “tipo occidental y tamaño comedido”.
No se trata solo de Japón. Su publicación generó una serie de respuestas en las que casi todos tenían su historia para compartir. Algunos de los ejemplos eran no hacer check-in hasta las 16:30 en una cadena hotelera en la Gran Vía madrileña o salidas a partir de las 10 de la mañana después de haber entrado a las 17:30 en un hotel de Francia. Algunos resorts empiezan a ofrecer como aliciente estancias de 32 horas (desde las 8 de la mañana hasta las 16 de la tarde). El early check-in y, sobre todo, el late check-out, son cada vez más frecuentes.
Lo que ocurre en el país oriental es lo que está pasando, tal vez a otra escala, en otros países: no encuentran trabajadores. “Japón, desde la reapertura tras la pandemia, ha tenido un problema muy grande porque su personal tuvo que buscar otros trabajos mientras el país seguía cerrado al turismo”, explica Rodríguez. “Así, cuando reabrieron, la falta de personal ha hecho que muchos hoteles reabrieran con plantas enteras cerradas porque no había personal suficiente para dar servicio”.
La logística de un hotel es complicada, y gestionar las entradas y salidas de los visitantes, con el escaso margen de tiempo para una limpieza a fondo que dejan las pocas horas entre que se vacía la habitación y vuelve ser ocupada, es hacer encaje de bolillos, como explica María Sánchez de Mora, coordinadora del Área de Turismo y directora del Máster en Dirección Hotelera en la Universidad Europea de Valencia. “A no ser que tengas una ratio de tres o cinco personas, como en los grandes resorts de Punta Cana, en una hora no puedes limpiar 300 habitaciones”, explica. “Por eso, cuanto más grande sea el gap entre el check-in y el check-out, mejor”.
«Ya no se ve a nadie limpiando 30 habitaciones en dos horas, como pasaba hace poco»
Pero ¿por qué parece que después de la pandemia la situación es peor? Las explicaciones apuntan a distintas transformaciones en el sector turístico. Sánchez de Mora lo interpreta desde un punto de vista positivo: “Si un hotel deja pasar muchas horas entre que sale una persona y entra otra, es que están cuidando de sus trabajadores”, valora. Los avances conseguidos por las ‘kellys‘ durante los últimos años han conseguido que las condiciones de estas trabajadoras sean mejores y, por lo tanto, ya no se vea a ninguna camarera de piso “limpiando 30 habitaciones en dos horas”. Algo no tan extraño hace relativamente poco.
Una cuestión de tiempo
Esta necesidad de ampliar el tiempo de limpieza está relacionada con la dificultad que existe para encontrar trabajadores (concretamente, camareras de piso) desde el final de la pandemia. “Hay una crisis de vocaciones en el turismo”, recuerda la experta. “Aunque vamos cambiando, aún existe el estereotipo de que está mal pagado y de que hay que trabajar mil horas”. Según los datos de Statista, España se encuentra en su número máximo de trabajadores hoteleros (pero también de establecimientos) después del bache que significó la pandemia.
Estefanía es camarera de piso en un hotel de cinco estrellas malagueño y ofrece una visión menos amable. En su hotel, explica, la jornada laboral media es de entre 20 y 22 habitaciones en siete horas y media. Es decir, alrededor de 21 minutos por habitación. “En realidad, para mantener el estándar de calidad y limpieza deberíamos hacer la mitad de habitaciones, que en hoteles de cinco estrellas por ejemplo suele ser de unos 20 minutos por habitación de cliente y unos 50 para una salida (que es cuando el cliente ya se marcha), pero por desgracia nos aprietan hasta el máximo”.
La camarera, que ha pasado por ocho establecimientos distintos, también ha percibido cómo cada vez hay más entradas a partir de las 16 de la tarde, necesarias para que “nos deje margen para poder ir haciendo salidas sobre la marcha”. Estefanía no tiene duda de que se debe a una reducción de costes. “Tienen la mitad de personal”, lamenta. “Recortan en material de trabajo, si alguien enferma no cubren las bajas, no pagan transporte, presionan mucho a las que estamos trabajando para que apretemos y saquemos más trabajo”. Solo en dos de los ocho hoteles donde ha trabajado considera que se han respetado sus derechos.
Por eso, algunos hoteles han afinado sus estrategias para reducir costes ante la crisis de personal. En julio de 2024, Rodríguez vio cómo algunos hoteles ofrecían un pequeño “soborno” (en su caso, una lata de cerveza), a cambio de que no te limpien la habitación en el segundo día. “Lo venden como objetivo medioambiental, pero refleja lo que está costando conseguir personal en el mundo hotelero”.
El mecanismo de un reloj
La mayoría de estas quejas provienen de un perfil de huésped muy determinado, el turista, que no es para quien están pensados estos horarios. Sánchez recuerda que cuando alguien paga por un hotel, paga por pernoctar, no por disponer de una habitación durante 24 horas. El visitante de negocios, que es “el que rompe la estacionalidad del turismo y el que permite que el negocio sobreviva hospedándose entre semana” hace un uso mucho más limitado de la habitación y, por lo tanto, no sufre los mismos problemas horarios. Es una clase de viajero que “llega al hotel a las 20 y se marcha a las 7 de la mañana, y no pasa más que las horas estrictamente necesarias”. El ideal para los hoteles.
Los apartamentos turísticos adelantan el ‘check-out’ porque su limpieza dura más
El boom de los apartamentos turísticos y las plataformas como AirBnB también han influido en esa percepción, pues se tarda mucho más en limpiar a fondo un apartamento y, por lo tanto, es habitual que si en un hotel el check-out sea a las 12, en esta clase de alojamientos se adelante hasta las 11 de la mañana o incluso antes. “En un hotel tienes una lavandería integrada y sábanas de sobra”, recuerda Sánchez. “En un apartamento no, tienes que lavar las sábanas, secarlas y volverlas a poner, y eso ya te lleva unas horas”.
El hotel tiene potestad para decidir a qué hora entra el viajero, y muchas veces se adelanta la hora por deferencia o por simple comodidad organizativa, como explica el antiguo recepcionista de un hotel en la Costa del Sol: “Yo personalmente siempre he preferido ir dando habitaciones aunque el cliente se presentara a las 9 de la mañana, por dos razones: porque vas quitando trabajo que luego se te va a acumular y porque evitas a un cliente supercabreado porque se ha levantado a las 3 de la mañana, no ha dormido, etc”. Hay algunos establecimientos que, no obstante, tienen la política de no dar habitaciones antes de tiempo.
Para él, los cambios en los horarios del personal son una consecuencia de los cambios en las costumbres de los viajeros: “La cantidad de habitaciones que se presentan a primera hora ha ido aumentando muchísimo, y en casos de hoteles que trabajan con el 100% de ocupación gran parte del año, eso obliga a buscar resquicios por donde sacar tiempo para preparar esas habitaciones”. El turista vacacional, además, suele aprovechar hasta el último momento para descansar.
Además, la posibilidad de reservar de manera online aumenta la incertidumbre del hotel. Antes era improbable que se fuese a reservar más de una cuarta parte de lo disponible durante el último día. Hoy es posible que se llene en el último momento, lo que genera un gran movimiento que no estaba previsto y, por lo tanto, obliga a ampliar el margen de tiempo con el que la plantilla puede jugar. “A día de hoy, puedes venderlo todo el último día, y eso te obliga a que las habitaciones se queden limpias de un día para otro”, añade.
Esa es la última gran clave, las crecientes dificultades para anticipar los movimientos de los viajeros, lo que ha conducido a los hoteles a buscar estrategias para intentar disponer de la máxima información posible. Por ejemplo, esas llamadas de aparente cortesía para confirmar la reserva y que en realidad tienen como objetivo averiguar a qué hora llegará el viajero para saber si es posible ofrecer un late check-out al resto de huéspedes. La tendencia es a intentar personalizar las necesidades de cada viajero para optimizar costes logísticos.
Las plataformas de reserva tienden a homogeneizar los horarios
¿Un truco? Intentar reservar directamente con los hoteles para negociar con ellos tu hora de llegada, lo que aumentará las probabilidades de que te den antes la habitación, como sugiere Sánchez: las plataformas de reserva tienden a homogeneizar los horarios.